¿Cuántas veces hemos oído hablar de una película como la nueva ‘Crepúsculo’ (‘Twilight’, Catherine Hardwicke, 2008) para que luego ninguna de ellas termine de serlo? Es una buena táctica para llamar la atención del público, pero lo cierto es que las seguidoras de la franquicia —y algún seguidor suelto también habrá— lo eran en gran medida por la trama romántica protagonizada en la gran pantalla por Robert Pattison y Kristen Stewart y replicarla, por absurda y ridícula que a algunos pueda parecernos, es muchísimo más difícil de lo que parece a simple vista.
Habrá quien me quiera matar por hacer esta comparación, pero lo cierto es que lo más parecido que haya logrado triunfar en las taquillas de todo el mundo es ‘Los juegos del hambre’ (‘The Hunger Games’, Gary Ross, 2012), donde es cierto que hay cierta carga de romance, pero en una proporción mucho menor y, en todo caso, como mero telón de fondo. El resto de casos que me vienen a la mente han fracasado con cierto estrépito, siendo ‘Cazadores de sombras: Ciudad de hueso’ ('The Mortal Instruments: City of Bones', Harald Zwart, 2013) poco menos que la última gran oportunidad para romper esa especie de maldición que pesa sobre el salto al cine de estas novelas para jóvenes adultos. Sin embargo, su fracaso ha sido tan o más sonado que el de sus predecesoras y su resultado artístico está a un nivel similar al de otras bobadas con ecos crepusculares.
Un arranque esperanzador
Sería injusto por mi parte atacar de forma indiscriminada a ‘Cazadores de sombras: Ciudad de hueso’ cuando hasta logró entretenerme, el mínimo exigible a toda película, durante, más o menos, sus primeros treinta minutos. Eso sí, esto no se debe a que Jessica Postigo, que ha sido la encargada de adaptar la novela original de Cassandra Clare, haga un gran trabajo sentando las bases de la historia, ya que todo resulta más complicado de lo que debería ser. Por suerte para el espectador, al final todo se reduce a que una joven ha descubierto que algo raro pasa con ella y su madre está implicada de una forma u otra. La verdad no tarda en salir a la luz, y es que Clary forma parte del linaje de cazadores de sombras, una especie de soldados que tienen como misión proteger a la Tierra del ataque de malévolos demonios.
La naturalidad y frescura de Lily Collins es una de las grandes responsables de que el primer acto de la función tenga interés, ya que no es extraño que las heroínas de este tipo de relatos estén a caballo entre lo soso y lo insoportable o, como mínimo, resulten un tanto robóticas a la hora de expresar sus emociones. También ayuda a que es entonces cuando Lena Headey tiene cierto protagonismo, pues se desenvuelve con soltura para dar vida a una madre que no podría ser más diferente que su extraordinaria Cersei Lannister de ‘Juego de Tronos’ (2011-En emisión).
No hay nada nuevo, apabullante visualmente o que destaque por tener ideas interesantes de puesta en escena —Zwart se limita a cumplir el expediente, lo habitual cuando se ficha a un realizador de escaso renombre para lidiar con una franquicia así—, pero es suficientemente llevadero y ligero —he perdido ya la cuenta del número de largometrajes que se hunden en la más absoluta de las miserias por querer ser demasiado intensos con un material de partida que no se presta a ello— para que nos interesemos en lo que está por venir. El problema es que ‘Cazadores de sombras: Ciudad de hueso’ no tarda en venirse abajo en cuanto se alteran levemente sus raíces y la trama de corte fantástico empieza a coger importancia.
El hundimiento de ‘Cazadores de sombras: Ciudad de hueso’
La caída en desgracia de ‘Cazadores de sombras: Ciudad de hueso’ es cuando pasa de ser un aventura juvenil más o menos mejor resuelta a un batiburrillo de géneros en el que a la fuerza hay algún detalle de cierto interés, en especial referidos a temas sexuales —eso sí, no echéis las campanas al vuelo, estamos ante una cinta pura, casta y virginal por mucho que quiera enmascararlo haciendo lucir piernas a Collins—, pero el conjunto es una masa informe que oscila entre el ridículo y el bostezo por parte del espectador, alargándose tanto —¿a santo de qué más de dos horas de metraje para contarnos algo así?— que llega un punto en el que el único deseo por mi parte era que aparecieran los títulos de crédito finales lo antes posible.
Justo es decir que la trama romántica entre Lily Collins, que no tarda demasiado en caer en lo rutinario en este tipo de papeles, y Jamie Campbell Bower, joven promesa que demuestra aquí no merecer ninguna otra gran oportunidad, tiene más peso como sugerencia —el amigo receloso de él, tanto que acaba resultando una redundancia molesta— que en escenas realmente dedicadas a ello —lo que no quiere decir que falte el ya típico meloso momento en un jardín mágico—. Lamentablemente, es más que suficiente para resultar una carga, ya que no tienen la más mínima química en pantalla. De hecho, hay mucha más entre ella y Robert Sheehan, el magnético rebelde sin causa de ‘Misfits’ (2009-En emisión) que abandonó la serie para convertirse en una estrella de cine y ha acabado como pagafantas insustancial.
EL MacGuffin empleado para la parte de acción tampoco dice gran cosa de la inteligencia de los villanos —¿por qué nadie se olió algo así si ya sabían que la madre de la protagonista tenía ese poder?—, mientras que la acumulación de diferentes criaturas —vampiros, hombres lobo, demonios, etc.— parece más una excusa para alargar la historia que un arma para crear un dramatismo in crescendo que derive en un clímax catártico. La realidad es que se van creando obstáculos poco estimulantes para alargar el metraje e introduciendo pequeños giros —más evidente no podía ser quién va a acabar siendo un traidor— que sólo sorprenden un poco cuando Jonathan Rhys Meyers tiene peso en ellos, ya que el protagonista de ‘Match Point’ (id, Woody Allen, 2005) al menos parece divertirse y logra transmitir eso al espectador.
No voy a calificar a ‘Cazadores de sombras: Ciudad de hueso’ como ofensiva y tampoco como un bodrio que merece ser objeto de cuantas bromas a uno se le ocurra, ya que al menos demuestra cierta ambición en la trama fantástica y comprime lo máximo posible los típicos destrozos hacia el apartado romántico de este tipo de producciones. Sin embargo, dos tercios de película podrían calificarse perfectamente como apenas mejor que un desastre y una total agonía para el espectador. No se me ocurre a nadie a quién poder recomendársela, ni tan siquiera a los amantes de La saga Crepúsculo.
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